Discurso improvisado en el Encuentro con los voluntarios JMJ Cracovia 2016 Domingo 31 de julio del 2016 Queridos voluntarios Antes de regresar a Roma, siento el deseo de encontrarles y, sobre todo, de dar las gracias a cada uno de ustedes por el esfuerzo, la generosidad y la dedicación con la que han acompañado, ayudado y servido a los miles de jóvenes peregrinos. Gracias también por su testimonio de fe que, unido al de los muchísimos jóvenes de todo el mundo, es un gran signo de esperanza para la Iglesia y para el mundo. Al entregase por amor de Cristo, han experimentado lo hermoso que es comprometerse con una causa noble. Y, así, he escrito un discurso, no sé si bonito o feo..., 5 páginas. Un poco aburrido. Lo entrego... Pero me dicen que yo puedo hablar en cualquier lengua. En cualquier lengua, porque todos tienen traductor. ¿Sí? ¿Hablo español? [«Sí»]. Esto de preparar una Jornada de la Juventud es toda una aventura. Es meterse en un aventura y llegar; y llegar, servir, trabajar, hacer y después despedirse. Primero, la aventura, la generosidad. Yo les quiero agradecer a ustedes, voluntarios, benefactores, todo lo que han hecho. Quiero agradecer las horas de oración que han hecho. Porque yo sé que esta jornada se amasó con mucho trabajo pero con mucha oración. Gracias a los voluntarios que dedicaron tiempo a la oración para que podamos llevar adelante [esto]. Gracias a los sacerdotes, a los sacerdotes que los acompañaron. Gracias a las religiosas que las acompañaron. A los consagrados. Y gracias a ustedes que se metieron en esta aventura con la esperanza de llegar adelante. El obispo, cuando hizo la presentación, les dijo un ―no sé si van a entender la palabra― un «piropo» ¿Entendieron? Les dijo un cumplido: ustedes son la esperanza del futuro. Y es verdad. Pero con dos condiciones. ¿Quieren ser esperanza para el futuro o no? [«Sí»]. Con dos condiciones. No, no hay que pagar la entrada. La primera condición es tener memoria. Preguntarme de dónde vengo: memoria de mi pueblo, memoria de mi familia, memoria de toda mi historia. El testimonio de la segunda voluntaria estaba lleno de memoria. Lleno de memoria. Memoria de un camino andado, memoria de lo que recibí de mis mayores. Un joven desmemoriado no es esperanza para el futuro. ¿Está claro? Padre, ¿y cómo hago para tener memoria? Hablá con tus padres, hablá con los mayores. Sobre todo, habla con tus abuelos. ¿Está claro? De tal manera que, si vos querés ser esperanza en el futuro, tenés que recibir la antorcha de tu abuelo y de tu abuela. ¿Me prometen que para preparar Panamá van a hablar más con los abuelos? [«Sí»]. Y si los abuelos ya se fueron al cielo, ¿van a hablar con los ancianos? [«Sí»]. Y les van a preguntar. Y ¿les van a preguntar? [«Sí»]. Pregúntenles. Son la sabiduría de un pueblo. Entonces, para ser esperanza, primera condición, tener memoria. «Ustedes son la esperanza del futuro», les dijo el obispo. Segunda condición. Y si para el futuro soy esperanza y del pasado tengo memoria, me queda el presente. ¿Qué tengo que hacer en el presente? Tener coraje. Tener coraje. Ser valiente, ser valiente, no asustarse. Escuchemos el testimonio, la despedida, el testimonio-despedida de este compañero nuestro a quien el cáncer le ganó. Quería estar aquí y no llegó, pero tuvo coraje. Coraje de enfrentar y coraje de seguir luchando aún en la peor de las condiciones. Ese joven hoy no está acá, pero ese joven sembró esperanza para el futuro. Entonces, ¿para el presente? Coraje. ¿Para el presente? [«Coraje»]. Valentía, coraje. ¿Está claro? [«Sí»]. Y entonces, si tienen... ¿Qué era lo primero? [«Memoria»]. Y si tienen... [«Coraje»]. Van a ser la esperanza... [«Del futuro»] ¿Está clarito todo? [«Sí»]. Bueno. Yo no sé si voy a estar en Panamá, pero les puedo asegurar una cosa: que Pedro va a estar en Panamá. Y Pedro les va a preguntar si hablaron con los abuelos, si hablaron con los ancianos para tener memoria, si tuvieron coraje y valentía para enfrentar las situaciones y sembraron cosas para el futuro. Y a Pedro le van a responder. ¿Está claro? [«Sí»]. Que Dios los bendiga mucho. Gracias. Gracias por todo. Y ahora, ahora todos juntos, cada uno en su lengua, le rezamos a la Virgen. Ave María... Y les pido que recen por mí. No se olviden y les doy la bendición. [BENDICIÓN] Ah, y me olvidaba... ¿Cómo era? [«Memoria», «Coraje», «Futuro»] |