Primera homilía del Papa Francisco, con los
cardenales en la Capilla Sixtina
VATICANO, 15
Mar. 13 / 09:51 am (ACI).-
El 14 de marzo el Papa Francisco celebró una
Misa de
acción de gracias con los
cardenales
electores que lo eligieron en el Cónclave el día anterior.
Esta es la homilía completa que pronunció ese día.
"En estas tres
lecturas veo que hay algo en común: es el movimiento. En la
primera lectura, el movimiento en el camino; en la segunda
lectura, el movimiento en la edificación de la
Iglesia;
en la tercera, en el Evangelio, el movimiento en la
confesión. Caminar, edificar, confesar.
Caminar. «Casa
de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor» (Is 2,5).
Ésta es la primera cosa que Dios ha dicho a Abrahán: Camina
en mi presencia y sé irreprochable. Caminar: nuestra
vida es
un camino y cuando nos paramos, algo no funciona. Caminar
siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor,
intentando vivir con aquella honradez que Dios pedía a
Abrahán, en su promesa.
Edificar.
Edificar la Iglesia. Se habla de piedras: las piedras son
consistentes; pero piedras vivas, piedras ungidas por el
Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la Esposa de Cristo,
sobre la piedra angular que es el mismo Señor. He aquí otro
movimiento de nuestra vida: edificar.
Tercero,
confesar. Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar
muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo no
funciona. Acabaremos siendo una ONG que da pena, pero no la
Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se camina, se está
parado. ¿Qué ocurre cuando no se edifica sobre piedras?
Sucede lo que ocurre a los niños en la playa cuando
construyen castillos de arena. Todo se viene abajo. No es
consistente. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a
la memoria la frase de Léon Bloy: «Quien no reza al Señor,
reza al diablo». Cuando no se confiesa a Jesucristo, se
confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del
demonio.
Caminar,
edificar, construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil,
porque en el caminar, en el construir, en el confesar, a
veces hay temblores, existen movimientos que no son
precisamente movimientos del camino: son movimientos que nos
hacen retroceder.
Este Evangelio
prosigue con una situación especial. El mismo Pedro que ha
confesado a Jesucristo, le dice: Tú eres el Mesías, el Hijo
de Dios vivo. Te sigo, pero no hablemos de
cruz.
Esto no tiene nada que ver. Te sigo de otra manera, sin la
cruz. Cuando caminamos sin la cruz, cuando edificamos sin la
cruz y cuando confesamos un Cristo sin cruz, no somos
discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos,
sacerdotes,
cardenales,
papas, pero no discípulos del Señor.
Quisiera que
todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor,
precisamente el valor, de caminar en presencia del Señor,
con la cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la
sangre del Señor, derramada en la cruz; y de confesar la
única gloria: Cristo crucificado. Y así la Iglesia avanzará.
Deseo que el
Espíritu Santo, por la plegaria de la Virgen, nuestra Madre,
nos conceda a todos nosotros esta gracia: caminar, edificar,
confesar a Jesucristo crucificado. Que así sea".
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