2. El
contenido
El contenido de
la catequesis es la doctrina o mensaje que
transmitimos. Este mensaje es el del
Jesucristo. De hecho, la catequesis es la
acción de la Iglesia que transmite este
mensaje para que los hombres crean en Él.
Pero ¿Dónde está
el contenido de la fe que debe transmitir la
catequesis? ¿Toda la doctrina de la fe
cristiana tiene la misma importancia en la
catequesis? ¿Debemos transmitir todo el
contenido cada vez que damos catequesis? Y,
si no podemos dar todo el mensaje del
Evangelio ¿cómo podemos seleccionarlo
correctamente? La respuesta a estas
preguntas nos dará las pistas básicas para
no errar a la hora de establecer cuál es el
contenido correcto de la catequesis.
El contenido de
la fe que debe transmitir el catequista está
en la Revelación. La Revelación la podemos
encontrar en sus tres fuentes: la Tradición,
la Escritura y el Magisterio de la Iglesia.
No toda la doctrina de la fe cristiana tiene
la misma importancia en la catequesis. Hay
verdades, que tienen más importancia que
otras. Más aún, el buen catequista debe
enseñar a sus alumnos a distinguir cuáles
verdades de la fe son importantes y cuáles
tienen menos importancia.
Aunque es ideal
cumplir siempre con toda la doctrina de la
fe programada, es oportuno recordar que la
integridad del contenido es una meta y no un
punto de partida.
3. El
destinatario
Hay muchos tipos
de destinatarios: según edades, ambientes y
comunidades. La catequesis no se dirige a
personas con las mismas características, y
no es más que repetir siempre las mismas
cosas, en el mismo orden y de la misma
manera.
Debemos tener en
cuenta también que las personas cambian de
características con el tiempo y según las
épocas. Y, consecuentemente, los materiales
y los métodos que servían para la catequesis
hace tiempo... hoy son menos adecuados.
Debemos precisar: el contenido de fe es el
mismo, pero el destinatario no es el mismo.
El catequista
que no logra adaptarse al grupo de personas
que debe catequizar o que no sepa acomodarse
al ritmo especial de alguna persona que se
está educando en la fe, nunca lograr
realizar una buena catequesis. Pero,
destaquemos la necesidad de lograr la
adaptación al destinatario sin traicionar el
contenido de la fe.
4. El método
El método es el
conjunto de mecanismos que ayudan a obtener
un fin.
Es un conjunto
porque es la suma de varios elementos.
Es un conjunto
de mecanismos porque los principios que
contiene cada método actúan como palancas
para levantar un peso.
Y decimos que
ayuda a obtener un fin porque el método es
un instrumento para lograr una meta.
No es lo mismo
método que técnica. El método tiene varios
mecanismos que funcionan en buena armonía.
La técnica tiene un sólo elemento.
El método no es
lo importante. Lo importante es la meta.
Puede haber
muchos métodos buenos y útiles.
Un buen método
tiene que responder a las exigencias del
objetivo de la catequesis, del contenido a
transmitir y del destinatario a quien se
dirige.
Hay métodos más
útiles para motivar y otros más útiles para
enseñar; hay métodos útiles para niños que
nos sirven para jóvenes o adultos; hay
métodos oportunos para tratar un tema que no
sirven para tratar otro tema.
Un buen método
en catequesis no sólo transmite bien la
doctrina, sino que además fomenta la
aceptación de la fe en el corazón de quien
recibe el mensaje de Cristo.
El catequista es
el factor principal para el éxito de un
método. La catequesis es, ante todo, un
testimonio. Y los aparatos o los mecanismos
no pueden dar testimonio. Sólo las personas
son testigos.
Un buen método
en catequesis debe envolver a toda la
persona. Los métodos mejores activan todas
las facultades del ser humano: la
imaginación, la voluntad, los sentimientos,
la inteligencia, la memoria, etc.
5. El agente
El lugar que
ocupa el catequista entre Dios y el
destinatario nos ayuda haber su función
mediadora. Su papel es acercar a Dios y al
destinatario. Su función, pues, es mitad
sobrenatural y mitad humana. Es, por esto,
que el catequista tiene que lograr su máxima
capacitación en lo espiritual y en lo
humano.
En segundo
lugar, conviene destacar los límites del
catequista. Muchos rechazan ser catequista
porque son imperfectos y sin cualidades.
Pero, si buscáramos un santo perfecto para
dar catequesis, nadie estaría capacitado. El
catequista es un instrumento. Y tiene los
límites del instrumento.
6. El
lenguaje
Hay diversos
lenguajes: de la palabra, de los gestos, de
la música, de la imagen, del silencio,
lenguaje bíblico, lenguaje eclesial,
lenguaje teológico y lenguaje común.
El lenguaje es
uno de los elementos en que el catequista
debe adaptarse al destinatario. Si no lo
hace, no le entenderán. Por eso, debe
aprovechar todos los lenguajes que le ayuden
a transmitir su mensaje. Debe tener claro
que el lenguaje es un medio de comunicación.
No tiene más importancia que ser
instrumento. Pero debe vigilar que sea el
más oportuno para hacerse entender y para
lograr que el mensaje del Evangelio sea
comprendido.
7. Los
instrumentos didácticos
Hoy día, la
técnica nos ofrece de usar videos y otros
materiales didácticos para la catequesis.
Pero no debemos convertir nuestra catequesis
en una gran maquinaria de instrumentos que
producir la fe como una fábrica de coches.
La catequesis necesita los instrumentos.
Pero debe superar a los instrumentos.
Recordemos que ningún instrumento sustituye
el testimonio personal y experiencial de
quien afirma la fe en Jesucristo ante los
demás, es decir, la acción personal y
directa del catequista.
Los buenos
materiales siguen los principios básicos que
aplicamos anteriormente al método. Es decir,
adaptación al destinatario para quien se
dirige, variedad que atienda a los objetivos
y al contenido que prevé nuestro programa,
que sea rico de motivaciones y enseñanzas,
etc.
8. Las
circunstancias. Lugar y tiempo
Importa elegir
bien el horario y el lugar en que se imparte
la catequesis. Si organizamos un curso para
niños mientras están en la escuela, es
evidente que habrá mala asistencia. Si
elegimos un lugar al que es difícil llegar
porque no hay transporte, también habrá
poca asistencia. Somos humanos. Y damos
catequesis a seres humanos. Y, si no está
organizado humanamente nuestro programa, no
tendrá aplicación para seres humanos.
9. Los
canales para catequizar
Entendemos por
canales los conductos por los que el
catequista utiliza para llevar el mensaje
del Evangelio, por ejemplo, la radio. Es
obvio que algunos de los canales de que
hablaremos son más bien lugares. Es decir,
son espacios en los que el evangelizador se
hace presente para transmitir su mensaje;
por ejemplo, la parroquia o la zona
habitacional. También los llamamos canales
porque son el conducto amplio en que se
realiza la catequesis.
Hay canales más
adecuados para determinados contenidos. Hay
canales más adecuados para las capacidades
del catequista y hay canales más adecuados
según los destinatarios. Hay que tener en
cuenta también otros elementos para elegir
el canal de catequesis más adecuado para
cada ocasión.
10. La
promoción
Buena motivación
para acudir y recibir con gusto el mensaje
del evangelio.